Cuidar de un bebé puede generar miedo o inseguridad, sobre todo al principio. Es completamente normal. Muchas de las cosas que les ocurren a los bebés son parte de un desarrollo normal, pero a veces, si no sabes por qué ocurren, pueden alarmar.
Lo más importante es observar siempre el estado general de tu bebé: cómo se comporta, si come bien, si está activo y responde con normalidad. Aun así, hay algunos signos que conviene tener en cuenta y, si aparecen, debes consultar con el pediatra.
Cuando algo cambia de forma repentina o notamos que el bebé no está “como siempre”, es momento de observar más de cerca o consultar con nuestro profesional de la salud.
Para saber cuándo llevar a tu bebé al pediatra, sigue estos consejos:
-Fiebre. Si tu bebé tiene una temperatura igual o superior a 38 °C (medida con termómetro digital en la axila), consulta siempre con tu pediatra. La fiebre en los bebés siempre hay que ser visitada. Lo importante es mantenerlo cómodo y ofrecerle líquidos o el pecho con frecuencia. No le des ningún medicamento sin indicación del pediatra.
-Color de la piel. Si notas que tu bebé está amarillo, especialmente en los primeros días, puede ser algo normal: es conocida por ser una ictericia fisiológica y suele aparecer a partir del segundo día de vida. Se debe a la acumulación natural de bilirrubina y, en la mayoría de los casos, mejora sola con exposición indirecta a la luz del sol. Si el color amarillento aumenta o no desaparece tras unos días, consulta con el pediatra. También hay que acudir si notas labios o manos moradas, o una palidez que antes no tenía.
-Cordón umbilical. Mientras el cordón se seca y cae, es normal que esté un poco húmedo. Sin embargo, si notas que la piel de alrededor está muy roja, huele mal o supura, consulta con el pediatra.
-Respiración. Los bebés hacen ruiditos y respiran de forma irregular a veces de manera normal, pero si ves que: le cuesta respirar, mueve mucho el pecho o se marcan las costillas, aletea la nariz al coger aire, o hace pausas largas entre respiraciones, consulta con tu pediatra. También si tiene tos persistente, mocos que le hacen roncar o respira muy rápido. Mantener el ambiente húmedo (con humidificador o un recipiente con agua cerca del radiador) y aspirar los mocos o lavar su nariz con suero o agua de mar puede ayudarle a respirar mejor.
-Vómitos. Es muy común que después de las tomas el bebé regurgite un poco de leche sin esfuerzo. Es completamente normal. Mantenlo incorporado unos minutos después de la toma y evita moverlo bruscamente para evitar las regurgitaciones.
Pero si vomita con fuerza, a chorro, o si por los vómitos tiene dificultad para alimentarse, debes consultarlo con el pediatra.
-Deposiciones. Las primeras cacas del bebé pueden ser oscuras (se las conoce como meconio) luego puedes ser líquidas de color amarillo o verdoso, con algunos grumos y muy frecuentes. Esto no significa diarrea. También puede pasar que esté 2 o 3 días sin hacer caca, y sea normal. Cada bebé tiene su propio ritmo.
Sin embargo, si ves sangre en el pañal, o las deposiciones son rojas o granates, consulta con el pediatra.
Como referencia, lo habitual es que el bebé haga unas 3 cacas y 5 o 6 pipís al día.
-Alimentación. Siempre genera muchas dudas. Consulta siempre si tu bebé deja de pedir pecho o biberón, rechaza la alimentación o se cansa muy rápido durante las tomas. La alimentación a demanda es la más recomendada en los primeros meses.
-Pérdida de peso. Todos los recién nacidos pierden algo de peso los primeros días. En el caso de un bebé que esté en lactancia materna y esté perdiendo peso y no lo recupere también se debe consultar con el pediatra o tu enfermera.
Una vez decidida la visita al pediatra hay una serie de cosas que tenemos que tener en cuenta.
Ir al pediatra con un bebé puede ser todo un caos y una aventura y entre el cansancio y los nervios, es fácil olvidarse de algo importante y de las dudas que se habían tenido en casa. Aquí tienes algunos consejos prácticos para que la visita con el pediatra sea más fácil:
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Lleva siempre la cartilla de vacunación y el libro de salud.
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Anota tus dudas en casa. Entre la espera, el movimiento del bebé o los nervios, es fácil olvidarlas.
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Viste al bebé con ropa fácil de quitar y poner. Facilitará la exploración y cualquier procedimiento.
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Lleva un pañal de repuesto. Nunca se sabe cuándo tocará cambiarlo y la espera o la visita puede alargarse.
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Trae su muñeco o mantita preferida. Le dará seguridad y ayudará a calmarlo. Le distraerá en la espera y en la consulta.
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Lleva algo de comer o beber. Por si la espera es más larga de lo previsto.
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Si das el pecho, usa ropa cómoda. Poder amamantar antes o después de la visita ayudará a tu bebé a relajarse (no hay nada que consuele más al bebé que darle el pecho tras el mal rato de las vacunas o de la exploración).
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Y si tu peque ya es mayor, prepara un pequeño “premio” por su valentía y por portarse tan bien.
Recuerda: la mayoría de los bebés pasan por pequeños sustos que no suelen ser graves. Con cariño, observación y la guía de tu pediatra y de tu enfermera, aprenderás a reconocer qué es normal y cuándo actuar. Cada día conocerás mejor a tu bebé y ganarás confianza.
Te añado un plus:
Consejos útiles para tu día a día
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Sueño: los bebés duermen muchas horas, pero de forma irregular. Es normal que se despierten a menudo para comer. Asegúrate de colocarlo boca arriba para dormir y en un entorno seguro, sin almohadas ni peluches sueltos.
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Baño: Siempre con agua templada y jabón suave especial para su piel. Comprueba la temperatura del agua antes de bañarlo.
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Ropa: vístelo con una capa más que la que usarías tú, evitando abrigarlo en exceso. Siempre adecuado a la época del año.
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Ambiente: la temperatura ideal de la habitación está entre 21 y 23 °C, bien ventilada y sin corrientes. Mantén el ambiente humidificado.
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Calma: si el bebé llora y no logras calmarlo, asegúrate de que no tiene hambre, frío, calor o tiene el pañal sucio. A veces simplemente necesita brazos y contacto. Tu calma le ayudará. Prueba también con ruido blanco o distracciones.
Cada bebé es único. Observa con cariño, confía en tus cuidados y no dudes en pedir ayuda cuando algo te preocupe. Sigue formándote en su cuidado. Es una labor que requiere de paciencia, conocimientos y atención. Es una etapa única, llena de cambios, apasionante. Disfrútala y crece junto a tu bebé.




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