En este post os muestro tres tipos diferentes de termómetros: el de mercurio, el de contacto y el digital.

En España ya no se fabrican termómetros de mercurio por razones de seguridad medioambiental, pero aún es frecuente encontrarlos en casas y hospitales. Si tienes uno, puedes usarlo. Si te deshaces del termómetro de mercurio, hazlo siempre en un punto limpio.

El termómetro de contacto refleja la temperatura de la superficie corporal donde se apoya de una manera inmediata, se usa en bebés por su facilidad de manejo y rapidez en sus resultados, se suele colocar en la frente, pero la realidad es que indicará la temperatura de cualquier superficie corporal en contacto con él.

El termómetro digital es el que ahora se encuentra en el mercado, se usa igual que el de cristal, colocando bajo la axila el termómetro con la punta metálica en contacto con la piel.

Existe otro termómetro que cada vez tiene más usuarios, es el llamado termómetro de oído, que mediante infrarrojos efectúa la medición de la temperatura del tímpano, que es la más próxima a la temperatura “real” del interior del organismo y que suele diferir de la temperatura de la superficie en un rango de 0,5 a 1ªC.

La fiebre se define como aumento de la temperatura de la superficie corporal por encima de 37,9 ºC, llamándose febrícula la temperatura de 37 a 37,8ºC.

La fiebre en ancianos y en bebés debe ser valorada siempre por personal sanitario, así como en personas con enfermedades crónicas, que se hayan sometido recientemente a una intervención quirúrgica, en el postparto o lactancia, o que estén recibiendo tratamiento quimioterápico.

La fiebre es un síntoma, no una enfermedad. Es un síntoma de que nuestro cuerpo está generando calor debido a una serie de procesos metabólicos, existen muchas enfermedades que pueden causarla, por lo que como síntoma único es bastante inespecífico.

La fiebre debe tratarse si el estado general lo precisa, ya que se ha demostrado que no siempre es necesario bajar la temperatura para tratar le enfermedad que la ocasiona y a veces incluso puede empeorar algunas infecciones víricas, ya que la fiebre es una de las maneras que tiene nuestro cuerpo de activar nuestro sistema inmune.

Existen diferentes antipiréticos (medicamentos para bajar la temperatura elevada) en las farmacias, el más usado es el paracetamol. Aconsejo en adultos, un comprimido de 650 mg y no superar nunca 5 comprimidos al día. No olvidar que este producto tiene efectos secundarios y que debe consultar con su centro de salud si se tienen enfermedades hepáticas o renales.

Hay otros fármacos que también tienen efectos antipiréticos, como el ácido acetilsalicílico, los antinflamatorios no esteroideos o el metamizol, entre otros productos.

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